Y con esto, no nos estamos refiriendo a lucha de clases, desigualdades económicas o capitalismo vs marxismo, sino a dos realidades que conviven en armonía. El joven “pijo” (…sin ofender) de Plaza de Cuba y el vecino “de toda la vida” de las casitas de Los Remedios Viejo; o el ejecutivo de República Argentina y el tendero de Virgen de las Montañas, sólo son ejemplos estereotipados, pero cuyo paralelismo identificamos en la tienda de la esquina que nos prepara bocadillos o bien en la abacería de vanguardia que ofrece conservas especializadas.
Pero vamos a lo que nos interesa. Nuestra “rultra” parte de El Metro, y no precisamente desde ninguna de las paradas que este famoso transporte público tiene en Los Remedios, sino a una pequeña tienda localizada en Virgen de la Cinta y que lleva atendiendo a cuatro generaciones de clientes. Manolo lleva haciendo bocadillos para los chavales del colegio desde 1981, y no son pocos los que han crecido viendo como este elemental rincón aprovisionaba de productos básicos a sus familias. La Tienda de Manolo (como reza el azulejo de la entrada) no es un simple cuadrilátero de altas estanterías con un doble mostrador desde donde se despachan embutidos, latas y productos de todos los tipos, El Metro es un negocio que rezuma humildad y complicidad con el cliente. Durante nuestra corta estancia, las bromas, los saludos y las conversaciones van pasando de cliente en cliente y Manolo, dueño, encargado y “jefe de la república de su tienda” va desplegando todas sus habilidades sociales y comerciales para con sus visitantes. En este estadio tenemos dos opciones: podemos hacer boca con un botellín frío mientras observamos el devenir de vecinos, amigos y conocidos de distintas clases sociales, o… si lo que tenemos es hambre, lo “suyazo” es imitar al albañil que acaba de entrar y pedir una viena de salchichón casero (sin palabras…solo rugidos de estómago).
Muy próxima a este local, y paseando por Juan Sebastián Elcano nos encontraremos en la esquina con Virgen de Robledo, un peculiar establecimiento: Los Latinos. Aunque la sede central se encuentra en Virgen de la Estrella, este establecimiento ha adquirido una fama y un valor que lo han hecho famoso al otro lado del río. Un kilométrico mostrador se extiende a lo largo de una estancia rectangular flanqueada por dos puertas. En su interior, el tiempo parece haberse parado hace varias décadas. Nos llaman la atención las legumbres a granel de Salamanca, que Antonio “el Maravillas” (le prometí no contar el origen de ese sobrenombre) empaqueta a mano. Los jamones y productos ibéricos inundan la tienda de ese olor inconfundible y nos llevan a la serranía de Huelva, pero el jubilado que permanece sentado en un banquito de la tienda (…siempre existe esta figura mítica, casi inmortal) interrumpe nuestro viaje astral con un chascarrillo sobre algún vecino. Nadie diría que estamos en una gran urbe,… y eso a veces gusta.
Aunque en la tienda sólo se consume en ocasiones especiales, un botellín frío puede caer, acompañado por un papelón de queso…y alguna conversación llena de anécdotas e historias.
A tan solo un par de manzanas, en la calle Virgen de la Fuensanta esquina con Asunción, nos topamos con la nueva abacería del barrio. Bendita Bodeguita es un nuevo espacio gastronómico (…siempre quise usar esa expresión), donde se pueden degustar y comprar desde exclusivos patés, hasta vinos ecológicos o aceites de cooperativas, pasando por quesos, embutidos y salazones. Desde fuera parece el típico bar, con su barra exterior, sus taburetes y el “obligatorio” toldo, pero una vez dentro, la sobriedad de la estancia y la disposición del mobiliario otorga un aire más refinado y cosmopolita. La colosal nevera de botellines glaciales de la entrada, representa el salvavidas para aquellos que con una simple tapita de mojama se contentan, y la repisa de caldos de uva son la montaña rusa sensorial para aquellos otros que prefieren aventurarse en otras experiencias. La carta va cambiando constantemente y los artículos rotan cada poco tiempo, pero si tenéis la oportunidad, no os perdáis los productos de oca, en especial la sobrasada.
Como ya llevamos tres botellines, andar nunca está de más, así que tomamos Asunción en dirección Plaza de Cuba, en Virgen de Regla giramos a la izquierda, y no paramos hasta divisar un inequívoco toldo naranja que dice: “Alimentación Casa Paco. Desde 1959”. Casa Paco es otra muestra inequívoca de establecimiento de toda la vida que permanece en el mismo punto (Virgen de Begoña), generación tras generación, ofreciendo artículos de calidad a la gente del barrio. Don Francisco Espinosa fundó esta tienda a finales de los 50 y actualmente es su hijo, José Antonio, el que la regenta, conservando los mismos valores de honestidad y transparencia. Desde esta minúscula estancia, se distribuye pan recién hecho a los vecinos de la zona de un modo tan directo y personalizado (Casa Paco tiene la llave los portales) que nadie puede competir contra ellos. Parafraseando a su propietario, “en Casa Paco, somos la competencia del Corte Inglés”, y razón no le falta, aunque lo que destaca por encima de otros ultramarinos, es el espíritu de tienda como lugar de reunión. Casa Paco es más que una tienda de alimentación, es casi un club social donde familiares, conocidos y amigos confluyen para tomarse un aperitivo y de paso comprar una lata de albóndigas, el pan, o una botella de gaseosa. Preserva pues, el carácter híbrido tradicional de las decimonónicas tiendas de ultramarinos pero adaptado a un negocio de barrio del siglo XXI (no esperéis lustrosas estanterías, retablos de caoba o maquinas registradoras del siglo pasado). Si tenéis oportunidad, el mediodía es un momento óptimo para picar unos chicharrones y una cerveza bajo el toldo naranja, ver los recuerdos y fotografías de toda una vida (…atención al escaparate de la entrada!!) y disfrutar con las ocurrentes conversaciones de los feligreses allí convocados.
Aquí termina nuestra primera rultra por Los Remedios, como decía al principio, elementos opuestos (aunque no enfrentados) se combinan como en pocos barrios, dando un ejemplo de convivencia y armonía. Y nuestros queridos ultramarinos, abacerías y tiendas de alimentación, no siendo menos, enarbolan la misma bandera de diversidad. Habrá rultreros que prefieran un tipo de establecimientos más refinados y vanguardistas, y otros que prefieran sentir directamente al pueblo llano. Para los que gusten de ambas, que me sigan!!
Mapa de la zona